Yo soy como tú






Estaba muertx del susto al volver al colegio luego de haberme cortado el pelo. Lo juro. Había tenido suficiente con la tonelada de basura que había leído en mis redes. Ahora que lo pienso, nadie va a tolerar que lo insulten en su propia casa, pero en redes no nos amarramos los pantalones como se debe. En fin, en fin.
Muchas risitas, muchos dedos señalándome, muchas insinuaciones, como micos emocionados haciendo uuuuuuuuuuuhhhhh a mi paso. Papá: ¿En serio, EN SERIO, me estás pagando pensión en el mejor colegio de Bogotá? ¿O en un circo de tontxs?
Nadie entendió que cortarme el pelo era algo más que “cambiar de look”. Solo pensaban que me había “descachado” en la elección de un corte, y ahora me veía ridiculx. Todas mis amistades cercanas me miraban como a un bicho raro y me evitaban. Algunos profesores no me reconocieron y luego no sabían si darme o no la palabra cada vez que alcé la mano.
Llegó un punto en el que hasta dudé de lo que había hecho. Estaba solx en el patio, durante el descanso, solx y preguntándome si en realidad había ofendido a la sociedad entera solo por decidir quitarle al mundo el placer de ver mi larga cabellera ondeando a contraluz como un eterno comercial de shampoo. Llegué a pensar que quizás, si era algo serio, que mucha gente no me iba a volver a hablar.
Se me vinieron las lágrimas a los ojos…Fxck, como una niñita…
— Yo te entiendo totalmente. Yo soy como tú.
Era la voz de D, un profe que hasta entonces me había importado un pepino, porque tenía fama de mujeriego y de tener rollos con sus propias alumnas. Por eso mismo no entendía eso de “Yo soy como tú”.
Ese día tuve una de las conversaciones más honestas que he tenido con un adulto en mucho tiempo. ¿Me entienden? Pude sincerarme por primera vez con alguien. Decirle que ese pelo largo era una tortura porque no me siento como una mujer, porque no me gusta verme en el espejo con la falda del uniforme, porque me siento feliz cuando ando con pantalón, porque verme con el pelo corto es ver a mi verdadero yo.
Le dije todo eso desesperadx y con el ojo aguado. Le di muchos rodeos Resultó que me entendía totalmente.
Me dio en una servilleta la dirección de su casa para cuando quisiera pasar a desahogarme. En serio no noté que quisiera aprovecharse de nada, no lo noté lanzado. Me sentí tranquilx y hasta con ganas de visitarlo. Cuando me despedía me cogió de la mano y no me dejó ir sin que anotara en mi celular una frase:
La esperanza de no estar solo EN ESTO es lo realmente importante.

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